1º. Un buen músico hará música con
cualquier instrumento independientemente de su calidad. Pero, si queremos
llegar a ser buenos músicos, deberemos invertir en uno que nos permita el mayor
grado de perfección técnica. Ahora bien, hay que tener en cuenta que el
instrumento por sí solo no significará nada.
2º. Un buen
ejercicio para desarrollar el “oído musical” es escuchar mucha música y
aprender de los otros. Música de todas las épocas y estilos. De esta manera,
asumiremos naturalmente eso que se conoce como musicalidad, que no es otra cosa que interiorizar el
“lenguaje” musical con sus frases y su sistema sintáctico, tensiones,
intenciones…
3º. Escuchar es importante, tocar aún
más. Esta profesión refleja la actitud ante la vida y aun cuando hallas
comprendido y asimilado los conceptos técnicos, la gran variedad de situaciones
que puedes encontrar sobre un escenario hace que experimentes una sensación
diferente.
4º. Aunque no se trata de crear un
fanatismo por las actuaciones, el simple hecho de participar nos obliga a
cumplir ciertos estándares de calidad que seguramente redundarán en una mejora
de nuestra práctica de conciertos grupales o individuales, que ayudarán a que
nos asumamos como músicos serios.
5º. Acércate a gente que sienta la
misma pasión por la música te aportará como beneficio un importante intercambio
de experiencias y conocimientos, además de ubicarnos con respecto al resto en
cuanto a calidad y de trabajo.
6º. La música cuenta historias y habla
de la vida. Observar el mundo que nos rodea, la gente a nuestro alrededor, sus
historias, sus anhelos, pasiones, miedos, sueños… Aumentará nuestra capacidad
de empatizar, algo fundamental cuando se supone que debes interpretar la intención
del compositor.
7º. Músicos hay muchos, y de según qué
instrumentos, todavía más. Aportar algo diferente y único te hará ser,
precisamente, diferente y único, y por ello más valorado. Llevar la misma obra
que todos, haciendo lo mismo que todos no te ayudará a marcar la diferencia.
8º. Conseguir los primeros bolos es
algo que llega con el tiempo, pero no viene solo, y menos aún en la era actual,
donde la visibilidad pública es tan importante como la calidad interpretativa.
Lo suyo es buscar a uno mismo sus oportunidades, ofrecerse, implicarse en
proyectos emergentes aportando valor añadido a los mismos. Eso sí, manteniendo
siempre la dignidad profesional.

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